-He venido a buscar a mi hermana y, de paso, ver cómo le iba a mi ex prometida. ¿Te parece raro?
-Te diría que no, pero justo me acabo de acordar de lo imbécil y cara dura que te has vuelto así que, sí, es demasiado extraño en ti.
-Vamos Bru, hablemos en otra parte –dice justo antes de irse con ella.
Nadie habla, nos hemos quedado mudos. Barry es el primero en reaccionar y nos ayuda a ir a la última clase del día. Es en el laboratorio, así que no haremos nada. Mientras la profe llega, empiezo a narrar la historia que ha quedado pendiente:
-¿Os acordáis de que Bru siempre llevaba vestidos de manga larga, aunque hiciera un calor horroroso? –al ver que asienten, sigo- Pues es porque siempre tenía moratones en los brazos.
-¿La maltrataban? –pregunta Coloma.
-Sólo su madre, Brujastra. Lo hacía para tener a Barry controlado, para que hiciera lo que ella quería. Y no sólo maltrataba a Bru, también encerraba a Barnie en las mazmorras y nosotros le teníamos que traer la comida.
-¿Y cómo lo hacíais? –pregunta Laura.
-Las mazmorras de los Witch y los Magia siempre han estado conectadas, por si había una traición.
-Así que, la princesa valiente se armaba de valor y venía a rescatar al primo indefenso y en peligro –Dice Bru con ironía.
-Tienes toda la razón del mundo –oímos decir con sencillez a alguien detrás.
Cuando me giro y veo a Barnie entro en shock. No me esperaba que se acordara de todo, ni mucho menos que lo dijera en ese tono. Como si fuese algo sin importancia. Cuando miro sus ojos me doy cuenta de que en verdad no le importa, que para él es agua pasada.
-Antes de que me lo pregunte alguno, me lo acaban de decir.-dice él- Y no, Billy, no estoy de parte de mis hermanos. Estoy de la vuestra y no porque esté en deuda con vosotros, cosa que ayuda, sino porque defendéis mis principios e ideas.
-Ni que fuésemos un partido político-dice Coloma que no sale de su asombro.
En ese momento llega la señora Marian, nuestra profesora de biología y, además, nuestra tutora. Es un poco despistada y tienes que repetirle las cosas cuatro veces para que te preste atención, pero eso hace que sus clases sean de lo más entretenidas. Nos pasamos la hora hablando entre susurros para que no se entere. Como nos sentamos de cuatro en cuatro, Barnie se sienta con su hermana, pero cerca de nosotros para enterarse.
-Laura -le digo en un momento determinado- ¿Te apetece venir a mi casa y así conoces a mis, o sea nuestros, padres?
-Ojalá pudiera, pero mi padre hoy termina pronto y me viene a buscar, así que no me puedo escaquear. Y eso me recuerda que tengo que salir una de las primeras porque tiene prisa por llegar a casa y no dejarme salir hasta mañana.
-¿Tan sobreprotector es? –le pregunta Coloma
-No lo sabes tú bien. Es tan pesado que he estudiado en casa hasta ahora.
En ese momento, Marian dice que podemos recoger y salimos los cuatro pitando. Laura porque tiene prisa, y los demás por curiosidad de saber quién es su padre. En cuanto llegamos, veo que Billy palidece. Miro en la dirección en que él se ha quedado petrificado y en cuanto lo veo ahogo un grito.
Se trata de un hombre de unos cuarenta años, con el pelo negro y largo, y unos ojos azules profundos. Eso es lo único que necesito para reconocer al padre de Laura. Una persona que me odia tanto como odia a todos los que me rodean y me apoyan. John Cabeza Hueca, el ex consejero de mi madre.